(For the English version, see Homesickness: 6 things I miss the most)
En estos últimos años en el extranjero la nostalgia se ha convertido en un sentimiento muy conocido para mí. Muy a menudo me encuentro soñando despierta y añorando mi país, pero luego me doy cuenta de que estoy rodeada de otras personas, que no son muy conocidas y hablan un idioma que percibo más como un ruido. Cuando me encuentro en esas situaciones, lo único que hago es mostrar una sonrisa muy grande a los que están a mi alrededor y asentar con la cabeza para decir si (¿quién sabe a lo que me estoy comprometiendo?).
Esto no quiere decir que aún no he aceptado mi vida en este país, es solo que a veces suelo divagar y pensar en lo que mi familia estará haciendo en este preciso momento, qué tan grandes estarán los hijos de mis amigos ahora o si ese bar al que solía ir aún estará abierto. Y es que no importa a donde vayas o lo que hagas, es imposible dejar atrás los momentos y las personas importantes que formaron parte de tu vida por tanto tiempo. Todos los inmigrantes/expatriados pasan por esto, es normal sentirse nostálgico de vez en cuando.
Para canalizar mi nostalgia decidí hacer una lista personal de las seis cosas que más echo de menos de mi país. Estoy segura de que se identificarán con algunas de ellas y también sería excelente que compartieran su propia lista. Esta lista no fue escrita por orden de importancia, solo la escribí conforme mi nostalgia iba apareciendo.
Nota: En esta entrada o post no incluyo la comida como una de las cosas que más echo de menos. No es que ya me haya olvidado de la magnífica comida de mi país, sino que los productos para preparar comida peruana se están haciendo cada día más y más accesibles en Europa. (¿Por qué la comida peruana es la próxima gran sensación?. Para los foodies o aficionados a la comida, aquí les dejo este artículo sobre la comida peruana.)
1. Eventos familiares y ocasiones especiales
Este año ha sido como un ‘baby boom’ (explosión de natalidad) entre mis amigas y familiares; creo que es algo normal entre las mujeres de 30 y tantos. Casi todas mis amigas decidieron que 2013 era el año indicado para tener niños y me alegro mucho por ellas. Sin embargo, me pone triste el no poder compartir este momento tan increíble de sus vidas.
Hace un par de días, una de mis mejores amigas dio a luz a un niño (su nombre es Benjamín). Me hubiera gustado mucho haber estado en la clínica esperando con su familia, escuchar ‘Todo salió bien. Es un niño sano’ y celebrar todos juntos. Sé que si hubiera estado ahí, hubiera llevado a la clínica un globo grande que dijera ‘Bienvenido a casa’ (hubiera preferido uno que dijera ‘Bienvenido al mundo’, pero no creo que vendan esos.). Celebrar un acontecimiento así es lo que me hace pensar en todas las cosas que me estoy perdiendo.
Claro, también hay otros momentos no tan alegres, como el funeral de mi abuela. Para ser sincera, no soy una gran creyente de este tipo de ceremonias, pero sé que hubiera sido de gran ayuda estar presente, no solo para despedirme me mi abuela (mi segunda madre), sino también para apoyar a mi familia en estos momentos tan difíciles. Más adelante escribiré más sobre esto, por ahora prefiero no hacerlo porque aún la herida está fresca. En fin, lo que quiero resaltar aquí es que vivir en el extranjero te da muchos momentos y experiencias que te harán una mejor persona, y al mismo tiempo, te perderás de muchas cosas importantes que suceden en tu país. A veces quisiera estar ahí y aquí.
2. Cielo estrellado
Cuando tenía 9 años, solía decirles a mis padres que iba a dormir y apagaba las luces de mi habitación. Una vez que estaba segura de que ellos también estuvieran durmiendo, abría mi ventana, miraba el cielo y trataba de contar las estrellas. Desde entonces no he visto un cielo tan estrellado como el que solía contemplar durante mis noches de verano en Perú. A veces creía haber visto ovnis pero no se lo decía a nadie porque sabía que mis amigas se reirían de mí. Ahora me siento bien de no haberles contado nada porque eso me hubiera costado muchas amigas en la escuela primaria.
En mis años de adolescencia y temprana juventud, los cielos estrellados se convirtieron en mi compañía favorita, ya sea en una fogata en la playa, en un camping/campamento o durante mis largas caminatas por el centro/casco antiguo de mi ciudad. Ahora que lo pienso, ¡echo muchísimo de menos todo eso!.
Bueno, tampoco me puedo quejar mucho, este verano en particular ha sido muy bueno en Holanda/Países Bajos. Sin embargo, el verano aquí no proporciona esas noches de ensueño que solía disfrutar tanto desde la ventana de mi habitación en Perú (suspiro…).
3. Amigos tocando tu puerta
Cuando se trata de reglas sociales, Perú puede sorprenderte u horrorizarte. Un ejemplo claro es cuando tus amigos tocan tu puerta; nuestra conciencia social no es de mucha ayuda y no te indica que quizá estas no son horas de visita, que tu amigo no quiere ser molestado, que tu amigo tiene una fiesta familiar íntima o que tu amigo simplemente no quiere hablar contigo. No, en Perú, tú tocas la puerta de tus amigos sin previo aviso.
Entiendo muy bien lo difícil que esto puede ser para cualquiera que no sea de Latinoamérica o España, y en particular, para los holandeses que les encanta planear sus días con mucha anticipación. La mayoría de los holandeses siempre lleva una agenda a todos lados (¡uf…las agendas!).
A veces tengo la idea de que las cosas en Perú son un poco más fáciles que en Europa, pero esto puede ser producto de mi propia nostalgia. Después de 7 años viviendo en el extranjero he venido a darme cuenta de que me hace falta la visita inesperada de un amigo, porque esto puede resultar en una invitación al cine o en una charla agradable después de un largo día de trabajo. La espontaneidad es mucho mejor que la planificación con semanas de anticipación. ¿Cómo sabes cómo te sentirás en 2 semanas?, ¡¿Cómo sabes si estarás vivo?!.
4. Ese ‘toque’ afectuoso
Bien, primero déjenme explicarles algo. Como latinoamericana, nací con la ‘habilidad’ de expresar mis emociones y sentimientos a través de mis manos y mis brazos, lo cual crea la necesidad de tener cierto espacio a mi alrededor cuando estoy hablando y la necesidad de tocar a la gente en los brazos o los hombros durante una conversación. En Perú, los familiares, amigos y compañeros de trabajo están tocándose constantemente los unos a los otros (en todo el buen sentido de la frase, claro) y dándose abrazos sin ninguna razón aparente. Como todos sabemos, las emociones necesitan una salida, un canal, y es por eso que hablamos tan alto, movemos mucho las manos y nos ‘tocamos’ todo el tiempo.
El contacto físico es una necesidad básica. Aquí podrán leer un poco sobre su importancia.
El afecto corporal es muy necesario para mí y creo que para la mayoría de latinos. Echo de menos reírme con tantas ganas que hasta pierdo el equilibrio y me apoyo en el hombro de un amigo, saludar a la gente con un beso en la mejilla y dar abrazos espontáneos. Personalmente no pienso que los europeos sean fríos y distantes, como tantas veces he escuchado, sencillamente son más tímidos en comparación con los latinoamericanos que somos más extrovertidos y sociales.
5. El verano
Ya sé lo que están pensando: ‘¿Y quién no echa de menos el verano?’, pero antes de sacar conclusiones, les debo contar algo. Yo provengo de la costa norte de Perú y mis padres viven a solo 10 minutos en coche/carro de la playa. Sí, ya lo sé, tuve una buena infancia cerca del mar. La playa y los BUENOS veranos fueron parte de mi vida por 25 años y ahora me arrepiento un poco de no haberlos disfrutado más mientras estaba ahí.
Los veranos en Holanda son muy diferentes a los de Perú. El clima no ayuda para nada y el país parece un desierto durante las vacaciones de verano, ya que la mayoría de la gente se va a España, Francia o Italia, los países con buen verano. Esto es totalmente opuesto a lo que sucede en Perú, porque los peruanos no viajan mucho a otros países cuando están de vacaciones (aunque las cosas están cambiando mucho debido a la creciente economía) y las ciudades parecen que están de fiesta. Creo que los peruanos disfrutan mucho de lo que tienen a su alrededor, como un día en la playa, un camping/campamento en el valle o un pequeño viaje a una ciudad, pero no por mucho tiempo.
Los veranos en Perú pueden ser muy intensos y calurosos y proporcionan una energía inmensa así como pensamientos positivos. Además, hay muchos eventos y fiestas a los que ir, las calles tienen vida. Y eso es lo que echo de menos, las calles llenas de gente y el sol brillando en mi espalda.
Debo agregar que el verano en Perú comienza en diciembre, así que el 1ro. de enero realmente se siente como un nuevo comienzo. Todo el mundo empieza el nuevo año con un sol brillante y eso ya se considera un buen augurio.
6. Tomar taxis
Esto tiene que ver más con lo perezosa/haragana que solía ser en Perú. Tomaba taxis para ir a todos lados, y no porque tuviera dinero, sino porque el servicio de taxis en Perú es muy barato y yo tenía la costumbre de llegar tarde a todas partes. Ahora que vivo en un país que tiene más bicicletas que habitantes, no me queda otra que utilizar la bicicleta para ir a todos lados y hacer cualquier tipo de encargos.
Tomar un taxi en Ámsterdam no es tan fácil como solía ser en Perú; primero, tienes que tener suerte si encuentras uno y segundo, tendría primero que sacarme la lotería para permitirme tal lujo.
Estoy contenta de que ahora ya no soy tan perezosa como antes y muy agradecida por las piernas que me ha dado la bicicleta. Ir en bicicleta es un ejercicio excelente y tu corazón latirá por mucho tiempo, pero aún echo de menos el glamour de tomar un taxi, especialmente si llueve, nieva, hace frío o viento. Hmmm, creo que lo echo de menos más de lo que pensaba.
Bueno, así que ahí lo tienen, estas son las cosas que más echo de menos de mi país. ¿Y tú, que echas de menos?